miércoles, 22 de febrero de 2012

ASPECTOS CULTURALES DEL SIGLO XIX EN MÉXICO ¡

Clásicos, románticos y modernos expresaron el siglo XIX
Tres estilos de expresión artística igualmente ricos estuvieron presentes en el siglo XIX y en algunos momentos coexistieron.

  • El primero de ellos se conoce como neoclásico pues recuperaba los modelos clásicos. Este estilo inspiró a los hombres del siglo XVIII entusiasmados con el racionalismo y llegó a imperar cuando las academias de arte enseñaron los secretos del equilibrio de las formas y de la sobriedad de las líneas como un recurso para mostrar el orden de la naturaleza.


  • El romanticismo, en cambio, externaba la afición por el color local y la expresión de los sentimientos.

  • El modernismo llegó un poco más tarde, y se caracterizó por una idea de apertura y libertad muy distinta de la del frío neoclásico y del arrebatado romantisismo. Se acogían distintas novedades para ser expresadas en la literatura y el arte; fue un movimiento que apostaba al cambio estético y que, como todo lo moderno, se oponía a la tradición.

Arquitectura, música, teatro y cine




En la arquitectura, el siglo XIX fue testigo del cambio del estilo barroco al neoclásico. La inspiración clásica y racionalista contribuyó al abandono del pasado colonial inmediato.

El Palacio de Bellas Artes (1904) es una muestra de arquitectura decimonónica, como lo son también el Edificio de Correos, el Palacio de Comunicaciones - hoy Museo Nacional de Arte -, el Casino Español, El Teatro Degollado en Guadalajara, el Mercado de San Francisco en Morelia, y el Hospital de Maternidad en Puebla.




La música tuvo oportunidad de desarrollarse en México por motivos distintos.

Era indispensable animar con ella celebraciones civiles y religiosas, tertulias y bailes. Había verdaderos aficionados a los conciertos y pocos años después de la consumación de la Independencia, en 1825 , se fundó una sociedad filarmónica en México.

Más tarde, con presencia de la ópera, los mexicanos tendrían ocasión de disfrutar de la música culta, aunque todas las clases sociales seguían gozando de la música poular en diferentes festividades.



En 1853 se fundó el primer Conservatorio Dramático de México, en el Teatro Principal, con el propósito de enseñar a los jóvenes el arte de la declamación. En eneral, el teatro gozó del interés de distinto tipo de público a lo largo de todo el siglo, aunque, a finales de éste, apareció un nuevo motivo de atracción: el cine.






Durante los primeros seis años del siglo XX apareció un cine documental (es el que busca mostrar hechos reales) de asuntos que se lograban conocer con anticipación y que permitían trasladar las cámaras hasta el lugar de los hechos. Sin duda se trataba del espectáculo más revolucionario y, a partir de ese momento, se convirtió en un anuncio del nuevo siglo. 

La caricatura política de crítica y  oposición




La caricatura ha sido desde la aparición de la prensa un elemento importantísimo para conocer, expresar y transmitir la opinión que un sector de la población tiene sobre sus gobernantes.



Las caricaturas políticas sacan a la luz preocupaciones, críticas y necesidades de la sociedad por medio de burla o la ironía. En ella aparecen con rasgos exagerados o representando personajes distintos.

Esta tradición continuó a lo largo de todo el Porfiriato y sigue presente en la prensa de nuestros días

Periódicos y folletos para hacer política


La imprenta fue el mejor vehículo para difundir las ideas políticas desde los tiempos en que se desarrollaba la Guerra de Independencia.

Entre los periódicos notables de los primeros tiempos están El Águila Mexicana y El Sol en los que participaron individuos como Lorenzo de Zavala y Lucas Alamán con el ánimo de convencer a los lectores de sus argumentos en defensa del federalismo o del centralismo de la república.
Se le llamó prensa doctrinaria a la intención de muchos periódicos que intentaban moldear la conciencia de los mexicanos para conseguir el sueño de fundar una nación tal como cada grupo la concebía.
Hoja y publicaciones ocasionales de pocas páginas servían para dirigir la opinión de unos lectores que pasaban de mano en mano los impresos o los leían en voz alta a otros oyentes, consiguiendo interesarlos en sus temas por el ingenio de sus títulos y de su lenguaje. 

Con la literatura, la historia y el arte también se formó la nación


Guilleromo Prieto, Manuel Payno, Justo Sierra O´Reilly e Ignacio Manuel Altamirano escribieron novelas con tramas que se desarrollaban en el ambiente de México, en la ciudad o en la provincia, pero siempre en México.

Conforme el tiempo avanza, nuevos autores dedican sus obras históricas a conservar la memoria de lo que va ocurriendo, o bien a rescatar los datos de la historia de México que necesitan para conformar el proceso completo de la vida nacional; tal es el caso de Manuel Orozco y Berra.
El arte en general se convierte en un magnífico muestrario de las formas de vida en el mundo cambiante del siglo XIX. En el caso de México el arte expone las inquietudes de muchos mexicanos por afianzar la nueva nación, echando mano en la mayor parte de los casos de los estilos que estaban en boga en el mundo occidental.

Diversiones y entretenimientos para pocos y para muchos



Por parte del gobierno no faltaban las celebraciones de carácter cívico que incluían desfiles, festejos y hasta un Te deum es decir una ceremonia religiosa de acción de gracias.

Había también celebraciones religiosas como la semana santa, el día de muertos y la nochebuena, y tambien se agregaban peregrinaciones y ferias relacionadas con la veneración de algún santo.

Además se festejaban bautizos, matrimonios, e incluso defunciones.

Después de 1830, los restaurantes y los cafés se sumaron a los juegos de cartas y a las terulias que eran como reuniones para hablar y debatir de algún tema de arte o ciencia. Temporada de ópera, los toros, el circo y las peleas de gallos eran muy buenos motivos para reunirse.

lunes, 20 de febrero de 2012

LA CULTURA HACIA FINALES DEL SIGLO XIX EN MÉXICO¡


COSTUMBRISMO Y PAISAJISMO SE IMPUSIERON.




 JOSÉ MARÍA VELASCO

Un género característico del arte del siglo XIX se conoce como costumbrismo porque el motivo principal, ya sea de una obra pictórica o de una novela, es la descripción de las costumbres de la sociedad. El espíritu romántico le da mayor intensidad al propósito que ánima al costumbrismo, el otro tema presente en el arte fue el paisaje. Las enseñanzas de Eugenio Landesa fructificaron en alumnos como Luis Coto, Salvador Murillo y, sobre todo, en José María Velasco, en cuyas obras abundan los paisajes desde distintas perspectivas, pues de igual manera que mostró horizontes amplios del valle de México, también analizó fragmentos del paisaje con la mirada científica propia de su tiempo.


Concepto

Dentro de obras de mayor calado y de diferentes estilos se da el incluir cuadros costumbristas a lo largo de toda la historia de la literatura y no sólo en el siglo XIX, cuando tuvo su apogeo este tipo de literatura, especialmente en la literatura española.
Tendencia o género literario que se caracteriza por el retrato e interpretación de las costumbres y tipos del País. La descripción que resulta es conocida como "cuadro de costumbres" si retrata una escena típica, o "artículo de costumbres" si describe con tono humorístico y satírico algún aspecto de la vida..[2]
Se tiende a hablar del costumbrismo referido sobre todo a autores a partir del siglo XIX, cuando la burguesía, tras el estallido romántico o incluso dentro de él, siente la melancolía de sus perdidos orígenes campesinos y ve que con la Revolución Industrial y el éxodo del campo a la ciudad ciertas costumbres y valores tradicionales empiezan a perderse o transformarse, pero también para diferenciarse y ditinguirse claramente de ellas.
El costumbrismo, a diferencia del Realismo, con el que se halla estrechamente relacionado, no realiza un análisis de esos usos y costumbres que relata y por tanto se queda en un mero retrato o reflejo sin opinión de dichas costumbres, motivo por el que a menudo se habla de cuadros costumbristas o de género para referirse a cualquiera de estas manifestaciones, no sólo a las pictóricas. Por otra parte, el género literario del libro de viajes se muestra, cuando no aparece analizado y crítico, sino meramente impresionista, la misma desviación superficial o defecto que cabe denominar Pintoresquismo.

Los cuadros de costumbres

Los cuadros de costumbres, llamados también artículos de costumbres son bocetos cortos en los que se pintan costumbres, usos, hábitos, tipos característicos o representativos de la sociedad, paisaje, diversiones y hasta animales, unas veces con el ánimo de divertir (cuadros amenos) y otras con marcada intención de crítica social y de indicar reformas con dimensión moralizadora.
El artículo de costumbre es uno de los géneros más ampliamente leídos en el Mundo Hispánico, al parecer porque interpretan raíces hondas de la raza y corresponden al gusto por estos estudios de la realidad circundante. Son características de los cuadros de costumbres: acendrado localismo en sus tipos y lengua; color local, énfasis en el enfoque de los pintoresco y representativo; popularismo; sátira y crítica social, con intención de reforma; infiltración del tema político-social; reproducción casi fotográfica de la realidad con escenas a veces muy crudas y vocabulario rudo y hasta grosero; colorido, plasticidad. Constituye el costumbrismo el punto de partida para el realismo y el naturalismo que vendrían después. El cuadro costumbrista nació indisolublemente ligado al periodismo, quizás por su carácter popular y su anhelo de resaltar costumbres contemporáneas.[3]

 La novela costumbrista

La novela costumbrista tuvo numerosos cultores. En parte, la novela costumbrista debe considerarse como la hermana mayor del cuadro de costumbres, que tanta difusión alcanza en la época. Aunque en realidad lo que hacía por lo común la novela costumbrista era disponer como fondo una sucesión de escenas populares, de acentuado color local, a las cuales estaba íntimamente ligada la trama de la obra.
A su vez, conviene declarar que ciertos contactos entre la novela social y la novela costumbrista se rompen al considerar que la segunda acentúa en particular lo local, lo pintoresco que trata de justificarse precisamente por eso, en su carácter propio, distintivo, fuera de alegatos o choques de capas sociales.
La novela costumbrista tuvo especial resonancia en algunos países. Así, en México o en Colombia, donde el costumbrismo se inserta también en el campo de otras novelas, no específicamente costumbristas. Por ejemplo, es notorio el peso que elementos de esta naturaleza tienen en una novela sentimental como María (novela), de Jorge Isaacs. Es evidente que el costumbrismo no se superpone aquí al eje fundamental de relato, pero es indudable también que—aun sin fusionarse—lo sentimos (y evocamos) como un elemento imprescindible del relato: fondo vivo y --¿y por qué no?-- tema secundario que sirve a menudo de necesaria, aquíetadora alternancia a la historia sentimental. También, punto de referencia, ámbito de hombre y circunstancia en que la novela nace.
En general, el costumbrismo suele hallarse como ingrediente en gran parte de las novelas hispanoamericanas de todo tipo, de la misma manera que suele hallarse el paisaje americano. Así como a veces recurrían a épocas y tierras lejanas, en ansías de evasión, otras veces gustaban de lo cercano y cotidiano, que—entonces, sobre todo—despuntaba primicias inéditas. Era esta también una manera de ganar lectores y aun de dar "sello" americano a las novelas. Por una parte, realidad conocida (para el lector de estas tierras), y, por otra, diferenciación frente a obras más famosas que venían del otro lado del Atlántico.
Naturalmente, resultaba común que la obra costumbrista americana, en su afán de reflejar de la manera más fiel posible una realidad, abundara en localismos. De ahí también las notas y explicaciones en textos que aspiran a ganar lectores lejanos .