Tres
estilos de expresión artística igualmente ricos estuvieron presentes en el siglo
XIX y en algunos momentos coexistieron.
- El primero de ellos se conoce como neoclásico pues recuperaba los modelos clásicos. Este estilo inspiró a los hombres del siglo XVIII entusiasmados con el racionalismo y llegó a imperar cuando las academias de arte enseñaron los secretos del equilibrio de las formas y de la sobriedad de las líneas como un recurso para mostrar el orden de la naturaleza.
- El romanticismo, en cambio, externaba la afición por el color local y la expresión de los sentimientos.
- El modernismo llegó un poco más tarde, y se caracterizó por una idea de apertura y libertad muy distinta de la del frío neoclásico y del arrebatado romantisismo. Se acogían distintas novedades para ser expresadas en la literatura y el arte; fue un movimiento que apostaba al cambio estético y que, como todo lo moderno, se oponía a la tradición.
Arquitectura, música, teatro y cine
En la arquitectura, el siglo XIX fue testigo del
cambio del estilo barroco al neoclásico. La inspiración clásica y racionalista
contribuyó al abandono del pasado colonial inmediato.
El Palacio de Bellas
Artes (1904) es una muestra de arquitectura decimonónica, como lo son también el
Edificio de Correos, el Palacio de Comunicaciones - hoy Museo Nacional de Arte
-, el Casino Español, El Teatro Degollado en Guadalajara, el Mercado de San
Francisco en Morelia, y el Hospital de Maternidad en Puebla.
La música tuvo oportunidad de desarrollarse
en México por motivos distintos.
Era indispensable animar con ella
celebraciones civiles y religiosas, tertulias y bailes. Había verdaderos
aficionados a los conciertos y pocos años después de la consumación de la
Independencia, en 1825 , se fundó una sociedad filarmónica en México.
Más
tarde, con presencia de la ópera, los mexicanos tendrían ocasión de disfrutar de
la música culta, aunque todas las clases sociales seguían gozando de la música
poular en diferentes festividades.
En 1853 se fundó el primer Conservatorio
Dramático de México, en el Teatro Principal, con el propósito de enseñar a los
jóvenes el arte de la declamación. En eneral, el teatro gozó del interés de
distinto tipo de público a lo largo de todo el siglo, aunque, a finales de éste,
apareció un nuevo motivo de atracción: el cine.
Durante los primeros seis años del siglo XX
apareció un cine documental (es el que busca mostrar hechos reales) de asuntos
que se lograban conocer con anticipación y que permitían trasladar las cámaras
hasta el lugar de los hechos. Sin duda se trataba del espectáculo más
revolucionario y, a partir de ese momento, se convirtió en un anuncio del nuevo
siglo.
La caricatura política de crítica y oposición
La caricatura ha sido desde la aparición de la
prensa un elemento importantísimo para conocer, expresar y transmitir la
opinión que un sector de la población tiene sobre sus gobernantes.
Las
caricaturas políticas sacan a la luz preocupaciones, críticas y necesidades de
la sociedad por medio de burla o la ironía. En ella aparecen con rasgos
exagerados o representando personajes distintos.
Esta tradición continuó
a lo largo de todo el Porfiriato y sigue presente en la prensa de nuestros días
Periódicos y folletos para hacer política
La imprenta fue el mejor vehículo para
difundir las ideas políticas desde los tiempos en que se desarrollaba la Guerra
de Independencia.
Entre los periódicos notables de los primeros tiempos están
El Águila Mexicana y El Sol en los que participaron individuos como Lorenzo de
Zavala y Lucas Alamán con el ánimo de convencer a los lectores de sus argumentos
en defensa del federalismo o del centralismo de la república.
Se le llamó prensa doctrinaria a la intención de muchos periódicos que intentaban moldear la
conciencia de los mexicanos para conseguir el sueño de fundar una nación tal
como cada grupo la concebía.
Hoja y publicaciones ocasionales de pocas
páginas servían para dirigir la opinión de unos lectores que pasaban de mano en
mano los impresos o los leían en voz alta a otros oyentes, consiguiendo
interesarlos en sus temas por el ingenio de sus títulos y de su lenguaje.
Con la literatura, la historia y el arte también se formó la nación
Guilleromo Prieto, Manuel Payno, Justo Sierra
O´Reilly e Ignacio Manuel Altamirano escribieron novelas con tramas que se
desarrollaban en el ambiente de México, en la ciudad o en la provincia, pero
siempre en México.
Conforme el tiempo avanza, nuevos autores dedican sus
obras históricas a conservar la memoria de lo que va ocurriendo, o bien a
rescatar los datos de la historia de México que necesitan para conformar el
proceso completo de la vida nacional; tal es el caso de Manuel Orozco y
Berra.
El arte en general se convierte en un magnífico muestrario de las
formas de vida en el mundo cambiante del siglo XIX. En el caso de México el arte
expone las inquietudes de muchos mexicanos por afianzar la nueva nación, echando
mano en la mayor parte de los casos de los estilos que estaban en boga en el
mundo occidental.
Diversiones y entretenimientos para pocos y para muchos
Por parte del gobierno no faltaban las
celebraciones de carácter cívico que incluían desfiles, festejos y hasta un Te deum es decir una ceremonia religiosa de
acción de gracias.
Había también celebraciones religiosas como la semana
santa, el día de muertos y la nochebuena, y tambien se agregaban peregrinaciones
y ferias relacionadas con la veneración de algún santo.
Además se festejaban
bautizos, matrimonios, e incluso defunciones.
Después de 1830, los
restaurantes y los cafés se sumaron a los juegos de cartas y a las terulias que
eran como reuniones para hablar y debatir de algún tema de arte o ciencia.
Temporada de ópera, los toros, el circo y las peleas de gallos eran muy buenos
motivos para reunirse.